El pase de Antichrist se convirtió ayer en la primera gran polémica de un certamen medianamente controlado hasta la fecha. Quizá, para algunos, hasta ligeramente insípido. Pero Lars Von Trier no estaba dispuesto a andarse con medias tintas, y si su nueva película cosechó la peor respuesta posible de gran parte de la crítica (y la defensa de un pequeño sector), el show continuó en la rueda de prensa que ofreció más tarde a los medios de comunicación.
Desde el primer instante Von Trier dejó claro que jamás abandonará esa posición orgullosa y confiada, y completamente crecido en sí mismo, que todos le conocen. "No tengo por qué poner excusas, creo absolutamente en esta película", arrancó el director danés, que pronto pisó el acelerador para aportar las dos primeras perlas de la sesión: "Creo que este es el trabajo más importante de mi carrera"; pero, sobre todo, "soy el mejor director de cine del mundo".
Von Trier también volvió a demostrar que lo suyo es la provocación y que disfruta con las malas reacciones e incluso con el rechazo: Antichrist la dedica expresamente a Tarkovski, director con el que dice sentirse conectado y del que, añade, "sé que no le gustó nada mi primera película".
También aseguró sentirse muy ligado a la figura de Ingmar Bergman, aunque de nuevo declaró saber que Bergman no quería para nada que se les relacionase, en los comienzos de la carrera cinematográfica de Von Trier.
Lo cierto es que casi se puede decir que el inclasificable director danés, ganador de la Palma de Oro en Cannes por Bailar en la oscuridad, disfrutó con la irritación de los periodistas desplazados a la Croisette, que llegaron a decirle que está "obligado a justificarse porque esto es Cannes".
Sea como fuere, no olvidemos que estamos ante el director que, en los 90, cuando su film Europa no fue galardonado con la Palma de Oro, llamó "puto enano" al presidente del Jurado, el veterano y aclamado Roman Polanski.